Familias

Nacer a los 40

Nacer… a los 401, 2… y 3ya no estamos para estohay arrugas en la pielel miedo toca a mi puertay ahora ¿qué voy a hacer?todo ya esta vendido, regalado, compartido. Y la vida se abre pasoignorante del afueraese sonido es el nexode una realidad que llegaglup tum glup tum glup tumnos cuenta el ecógrafoahí está, pequeñito, chiquitito, todo bien.Se inicia un nuevo camino,misterioso y conocido. Dos haditas cuidadorasa la espera por saber,un gran cambio se avecina:1,2…. y 3La intuición es magia en ellasya lo saben sin saber. Bienvenida primaveraflores traes por doquier,mezclada con fría nieve¡que loco este nacer!Bienvenida primaveracon color de la sorpresa,con olor a novedadcon sabor a conocido,que sabe a… familiar.Nacer a los 401,2 y 3 Autora: Carina Sampó Franco

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Menos “Por ques” y mas “Para ques”

¿Para qué te levantas por las mañanas? ¿Te lo has preguntado? Tal vez tu primera respuesta sea: \»porque tengo que llevar a los/las peques al cole, porque tengo que ir al trabajo… o bien, simplemente respondes: – para llevar a los/las peques al cole, para ir al trabajo, para ordenar la casa, para hacer la compra….\» y, ¿para qué llevas a los/las peques al cole, ordenas la casa, vas al trabajo, etc. etc.?  Con seguridad puedo decirte que, si continúas preguntándote “para que” (en lugar de por que) llegarás a la ultima respuesta posible… Para que sean felices; tus hijos, tu familia y para que seas feliz tú misma… Al fin y al cabo todo lo que hacemos tiene una intensión positiva y una finalidad ultima, la motivación más profunda que nos mueve a seguir adelante: la de ser felices. Y tu, como yo y cualquier otro ser humano, necesitas ser feliz para poder “darlo” a tu familia. Por tanto, cuidarnos a nosotras mismas es esencial para cuidar a quienes más amamos, a nuestras familias, a nuestros hijos e hijas! Te has preguntado ¿cuánto tiempo en el día realmente disfrutas de ti, de lo que te gusta, de tu familia y con tu familia? Si sumaras ese tiempo ¿cuántas horas o minutos te daría la suma de recuentos de momentos felices, de disfrute, de risas, de bienestar, de paz, tranquilidad, de juego…. ¿De qué manera podemos enseñar a nuestras hijas e hijos a disfrutar del tiempo, del momento presente que están viviendo? ¿De qué manera podemos ayudarles a enfocar su atención y energía en lo que está ocurriendo “ahora”? Esta es una clave esencial para no “crear” síntomas como la ansiedad ante el futuro que aún está por venir, ante lo desconocido e incierto, por aquello que aún no ha llegado y escapa totalmente de nuestras manos. ¿Sabemos lo que buscamos cada día cuando nos levantamos? ¿Tenemos una meta clara en el día a día cuando emprendemos la tarea de criar y educar? Tal vez te hayas encontrado, alguna vez, engullida por el ritmo diario y alocado, desconectada de ti misma y de lo que está pasando a tu alrededor, empujada por una corriente externa que no es la que yo quieres ni la que elegirías… pero ahí vas, sin saber a dónde. A mi sí me ha pasado y es en ese momento dónde necesito parar y preguntarme ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo me estoy sintiendo con ello? ¿Que pasa conmigo ahora? ¿Qué es lo que necesito verdaderamente? Y entonces mi mirada enfoca y “veo” a mis hijas que vienen junto a mi de regreso del cole a casa. Es una mirada diferente, que ve más allá -lo simple al mismo tiempo lo esencial- Y brotan las preguntas revestidas también de sencillez, simpleza, magia y escucha activa (por el efecto que provocan): Ellas abren sus ojos, se quedan pensando y un ratito mas tarde todo su mundo interior empieza a fluir, y se produce el encuentro entre nosotras, que dura un instante… Pero vaya ¡cuánto valor tiene ese instante! Si los momentos felices los anotáramos en un diario- como ocurre en el cuento “el buscador” narrado por Jorge Bucay; seguramente nos sorprenderíamos del resultado. Bien vale el esfuerzo y nuestra atención plena para construir esos pequeños instantes mágicos en el día a día. Y con este simple gesto, sin ninguna duda, estarás educando en emociones, valores y actitudes fundamentales. De esto se trata, en parte, la educación emocional. Sabemos, porque muchos estudios ya lo han dicho, que las personas felices son personas mas: energéticas, con mejor salud, mejor inmunidad, mas longevas, con una mejor regulación y manejo del estrés, mas sonrientes, son las que contagian su entorno de energía positiva y generan el deseo de estar cerca de ellas. No es que no tengan problemas, ¡los tienen! La diferencia es “cómo” se enfrentan a esos mismos problemas. ¡Qué maravilla poder generar esta sensación y energía positiva en el entrono por dónde te mueves! Y Vuelvo otra vez a la pregunta del inicio -¿Para que nos levantamos cada mañana?- Para que nuestras familias, en concreto, nuestros hijos/as sean felices. Y ¿para qué queremos educar hijos e hijas felices? Sin duda para que sean: + creativos + positivos + capaces de adaptarse a los desafío que se les presenten + de generar soluciones creativas + de defender sus limites y derechos + de establecer y mantener relaciones estables y amorosas + de enfocar en lo que si depende de ellos/ellas y está en sus manos poder hacer…. Para ser mamás y papas, felices; satisfechas/os de nuestra labor como madres y padres. Si, es cierto que la tarea de criar es la más gratificante y la más cansadora. De ahí que te traigo una ultima pregunta: ¿qué fue 1º, el huevo o la gallina? ¿Que va primero: educar para ser o ser para educar? Somos agentes de cambio. La muy buena noticia es que tenemos muchas posibilidades de acción, construcción y transformación de lo que en verdad deseamos y queremos conseguir para nuestro entorno, familia y por supuesto, para nosotras mismas. Ya lo dijo Piaget hace mucho tiempo – el 50% es genético – pero – el 40&% corresponde a lo aprendido, al entorno en el que nos desarrollamos. Tiene que ver con las actividades que nosotras podemos hacer para mejorar nuestro nivel de felicidad y bienestar, en nosotras y en nuestro entorno. – Solo un 10 % corresponde a las circunstancias (si las necesidades fisiológicas básicas están cubiertas). Ahora bien, la persona pesimista va a enfocar su mirada en ese 10% que no esta en sus manos, que no depende de ella. Pero la optimista va a enfocar su mirada, pondrá el ojo en ese 40% y dirá: -“¡Que guay, tengo un 40 % que depende de lo que yo pueda hacer con mis manos, con mi tiempo, con mis recursos, con mis elecciones! ¡Es realmente genial!” ¿Y Tú, en que bando estás? ¿En el del 10% o en el del 40%? Si estás

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Agradezco y Celebro! Por lo nuestro!

Hoy siento el deseo de DAR LAS GRACIAS por lo que soy, por lo que tengo, por lo que he conseguido, por lo que juntos hemos construido! Un día de octubre decidimos empezar a caminar juntos… Después de algunas cuántas rupturas (ya no recuerdo cuántas, bueno sí ¿3?), finalmente golpeaste a mi puerta y me dijiste “sí, acepto”…  Tras quedar paralizada por la sorpresa, y plena, nos sentamos en aquellas escaleras del edificio donde vivíamos cuando éramos estudiantes…y Hablamos y Hablamos… Y seguimos Hablando. Algo que hemos hecho siempre: Hablar,  conocernos, mostrarnos con nuestras luces y sombras, comprendernos y aceptarnos (con negociaciones de por medio, arduas negociaciones). Desde aquello, han pasado 18 años y seguimos caminando y construyendo juntos: castillos en el aire, sueños y cimientos fuertes y sólidos. Y así quiero seguir! Gracias Amor por estar a mi lado, por creer en mi más que yo misma, por apoyarme en mis proyectos, por amarme cada día, por compartir tareas, decisiones y responsabilidades. Gracias por esas dos bellezas que hemos traído al mundo. ¡Te amo!

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Educar Emociones

¿Qué haces tú, ante el dolor emocional de tus hijos e hijas?   ¿Cómo gestionamos el dolor emocional ajeno? ¿Qué hacemos cuando el dolor es el de nuestros hijos e hijas? Nos cuesta muchísimo verlos tristes, nos cuesta mucho más sentir su dolor. No soportamos verlos enfermos, no soportamos verlos sufrir, no soportamos verlos llorar de tristeza, ya sea por causa de un desprecio o un desplante, de esos que se viven en el cole o en el parque, o en un cumple. No sabemos que hacer con su enfado, rabia o frustración, cuando ésta aparece tras no conseguir un propósito, tras perder en un juego de competición, por ser el o la última en… No siempre sabemos que hacer. Es mas frecuente pasar por alto lo que sucede ante la dificultad que tenemos de gestionar el dolor.  Nos esforzarnos para que “no sientan, no sufran”, para que pasen lo más rápido posible la fea experiencia y vuelvan a sonreír. Queremos darles enseguida una solución, una alternativa, un remplazo. Y ahí estamos diciendo que le vamos a comprar otra muñeca, con la intención de “reponer” de “cubrir la necesidad” y que todo vuelva a estar como antes. O bien hacemos lo contrario, no le damos importancia al tema, ignorándolo, cortando el episodio con un “no pasa nada, no es para tanto”. En lugar de, sencillamente, acompañar en su primera perdida. Sí, de esta manera nuestros hijos e hijas viven sus primeras pérdidas, sus primeros dolores, y por tanto estas experiencias se convierten en sus primeras oportunidades para aprender estrategias de gestión emocional. Nos convertimos en “saltadores” o “solucionadores” de problemas en lugar de “buenos escuchadores”. ¿No te ha pasado a ti, cuando has tenido un problema, que lo que quieres es que te escuchen, en lugar de recibir consejos, opiniones y soluciones? ¿Qué te hace pensar que ellos/as necesitan algo diferente a lo que necesitas tú? “¿Qué educación es ésa que habla del mundo en que estamos y calla sobre el mundo que somos? “¿Has compartido con tus hijos/as tus sueños más importantes, tus mayores alegrías o tus decepciones más fuertes? ¿Qué te hace pensar que lo harán ellos/as contigo?” Augusto Cury En ese esfuerzo de evitar que sufran les impedimos aprender a conectar con sus emociones, a identificarlas, a poder hablar de ellas abiertamente, a sentirse seguros/as y comprendidos/as y regularlas adecuadamente… En esto consiste la educación emocional. No se trata de echarnos culpas, ¿acaso nos ha sido enseñado a gestionar las emociones y a mostrar o trasmitir el cómo hacerlo? ¡No! No nos han enseñado a hacerlo. Por eso nuestra labor es tomar conciencia de esta necesidad y asumir nuestra responsabilidad en la educación emocional de nuestros hijos e hijas, primero pasando por nuestra propia conciencia emocional. De las 6 emociones básicas del ser humano (tristeza, miedo, enfado, sorpresa, asco, alegría) la tristeza junto con el miedo, la ira y el asco son las llamadas emociones negativas. A diferencia de la alegría o el amor, que son las llamadas emoción positiva, y la sorpresa que es ambigua ya puede ser agradable o desagradable. Al nombrarlas “emociones negativas” y creer que esa es su única naturaleza, le hemos extirpado -a la tristeza, al miedo y al enfado- su potencial positivo. Si comprendemos que toda emoción tiene su razón de ser y su finalidad positiva, no nos daría tanto miedo sentirlas, explorarlas y darles el lugar que les corresponde en el momento adecuado y con la intensidad que requiera la circunstancia vivida. Para continuar voy a referirme a la tristeza como referencia de una de las 6 emociones básicas. A veces la tristeza es apropiada a las circunstancias, otras veces se alimenta de pensamientos negativos, que nos llevan a “aumentar” innecesariamente nuestro malestar; afectando paralelamente nuestra delicada autoestima. Es necesario y humano, permitirnos sentir la tristeza (como también las demás emociones) y permitirles a nuestros hijos/as sentirla; ayudándoles, acompañándoles y escuchándoles. “El optimismo se construye con el enfrentamiento de los problemas y no con su negación…   Hay un mundo por descubrir dentro de cada niño/a y cada joven. Quién no logra descubrirlo es porque está encarcelado en su propio mundo”. Augusto Cury La tristeza es adaptativa y sana, siempre y cuando la vivamos como un estado transitorio y no permanente. Cuando nos sentimos tristes y atrapados en nuestra tristeza, lo más importante es poder “darnos cuenta” de cómo nos sentimos, sin que intentemos buscar explicaciones, razones o justificaciones. Es necesario darnos permiso y tiempo para recuperarnos de algún episodio doloroso que, a veces, pasamos por alto para no sentir el dolor natural por una pérdida, despedida, cambio, cierre o final. El caso es que, si no lo hacemos, tarde o temprano nos cobrará factura y tendremos que “parar” y mirar a la cara lo que en verdad hay. Esta es la intención positiva de la tristeza. Viene para ayudarnos a sanar. Viene a regalarnos un tiempo útil para la introspección, para expresar el dolor afectivo de una manera adecuada, adaptativa y sana. “Los buenos padres preparan a sus hijos para los aplausos, los padres brillantes preparan a sus hijos para los fracasos”. Y yo añado que padres y madres brillantes son aquellos que preparan a sus hijos e hijas para el dolor, para el NO, para la reflexión crítica, para la pregunta y no tanto para las respuestas, para la introspección emocional, para ser líderes de sus vidas. Para ser emocionalmente inteligentes. Para SER. Anexo: ¿De qué hablamos cuando hablamos de Educación Emocional (EE)? La EE pretende dar respuesta a un conjunto de necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas en la educación formal. Estas necesidades están relacionadas con la regulación de la ira, la ansiedad, el estrés, la tristeza, la impulsividad, la tolerancia a la frustración, los estados depresivos, el síndrome de burn-out, el consumo de drogas, los conflictos, la violencia, el vandalismo, etc. Para ello es necesario desarrollar una serie de competencias básicas para poder hacer frente a los retos de la vida con mayores probabilidades de éxito, desde una

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Nombrar en femenino

Nombrar en femenino es educar en igualdad. Educar en igualdad es educar desde el AMOR. Reconocer que hacemos un uso sexista de nuestro lenguaje implica cambiar de manera profunda nuestra manera de pensar y luego de hablar.  Si el lenguaje es o no sexista es un tema que aún genera mucha controversia. No es un tema fácil de aceptar y asimilar . Requiere de nuestra parte un esfuerzo y un compromiso profundo. ¿Por qué se dice que nuestra lengua es sexista? Voy a partir de algunos ejemplos para que resulte más fácil “ver” como nuestro lenguaje, ese que usamos todos los días, oculta, subordina y hace invisible a la mujer. Una misma palabra con connotaciones diferentes. Con esto me refiero a que el significado positivo o negativo, favorable o desfavorable de una misma palabra puede cambiar según se aplique a un hombre o a una mujer. Por ejemplo: la palabra \»Zorro\» nos remite al animal o bien nos hace pensar en aquel personaje legendario del cine que representaba a un hombre astuto, valiente y justiciero. En contraposición, \»zorra\» suele emplearse como insulto contra una mujer que rompe con el modelo femenino impuesto por el machismo. Lo mismo ocurre con la expresión \»Hombre público\», tratándose de un hombre reconocido por su participación social; en cambio, \»mujer pública\» remite a una mujer que se prostituye. También lo vemos con las siguientes palabras: “Hombrezuelo” significa hombrecillo, pequeñito; pero “Mujerzuela” bien sabemos lo que significa en la jerga popular. Estamos acostumbrados a usar un lenguaje que ignora la condición sexuada de la humanidad. A través de él interiorizamos valores y creencias, construimos y expresamos nuestros pensamientos, sentimientos y la forma en que vemos el mundo en el que vivimos. Por lo tanto, estamos contribuyendo involuntariamente a transmitir estereotipos y prejuicios sexistas. La mujer no está representada simbólicamente en nuestra lengua, el lenguaje que usamos nos hace invisibles y nos mantiene ocultas detrás de las formas masculinas que utilizamos corrientemente. Si bien las formas están cambiando aún queda mucho por hacer, sobre todo en la ardua labor de educar a nuestros hijos e hijas. Nos puede parecer molesto y repetitivo hablar en femenino y en masculino, decir niñas y niños, madres y padres, maestras y maestros. ¿Se han preguntado cuántos maestros “hombres” hay en las escuelas? Son una minoría sin embargo seguimos hablando de “los maestros”. Nombrar en femenino y en masculino NO es redundar, sino nombrar la realidad tal cual es, una realidad en la que conviven con sus diferencias mujeres y hombres, niñas y niños. En nuestra lengua existen reglas gramaticales, como lo es generalizar utilizando el masculino, que fueron construidas conforme al sistema de creencias y valores predominantes en una época determinada. Pero no hay que olvidarse que la Lengua es un cuerpo vivo en constante evolución y como tal puede y debe transformarse y adaptarse a los cambios sociales. Tanto las reglas gramaticales como el vocabulario han sido siempre susceptibles de cambios.Cada vez que la sociedad se ha visto afectada por nuevas situaciones o acontecimientos, como ha ocurrido con la informática, las nuevas enfermedades, la telefonía celular, etc., surge paralelamente la necesidad de darles un nombre para poder referirnos a ello, inventando o creando nuevas palabras que nos ayuden a comprenderlos, incorporarlos, utilizarlos, y por tanto, “nombrarlos, denominarlos”.La mujer ha conseguido incorporarse a la sociedad, se la ve en los espacios públicos, participa en ellos, los enriquece con sus aportes. Es una realidad indiscutible y es innegable la necesidad de acabar con el ocultamiento de la mujer en el lenguaje.       Hay que dar nombre a esta nueva realidad y la coeducación nos facilita el camino de educar en actitudes y valores. Publicado en

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Coeducación. Un desafío para madres y padres

…Y una forma distinta de entender la educación de niñas y niños. Con la que se pretende educar en la igualdad de oportunidades, derechos, valores, expectativas, normas, actitudes y comportamientos. La coeducación tiene en cuenta que hombres y mujeres somos diferentes, pero esas diferencias no deben generar la supremacía de un sexo sobre el otro sino permitir la construcción de nuevas formas de relación basadas en el respeto, la libertad de elección y la igualdad de derechos. ¿Por qué es importante coeducar? Desde pequeños/as nos han contado sólo aquellas historias que narran las vicisitudes de los hombres, héroes, próceres, que conquistaron territorios, que vencieron en batallas, que escribieron importantes obras que trascendieron en el tiempo, que descubrieron, investigaron y contribuyeron a los avances científicos y tecnológicos. ¿Y las mujeres acaso no existían? ¿Dónde estaban? Las mujeres se encontraban en muchos ámbitos de la vida, sosteniendo la familia, educando a los hijos, trabajando en el campo, cultivando la tierra, y también en el campo de batalla, curando a los heridos, llevando agua a los valientes soldados, a los fuertes hombres de quienes nos hablan los libros de textos que hemos estudiado. La mujer fue mostrada desde comienzos remotos de la historia como la débil, la sumisa, la incapaz de pensar por sí misma o de hacer cosas importantes, la que tenía que ser protegida por el hombre, primero el padre y luego el esposo, permanecer en el hogar para ser considerada una “señora”. Fue definida según los deseos y necesidades del otro sexo; y muchas mujeres lo creyeron, lo aprendieron, lo reforzaron y lo transmitieron a sus hijas e hijos. En nuestros días, la mujer ha conseguido nuevos espacios y derechos. Sin embargo si se observa críticamente la realidad podemos ver que persisten las desigualdades y la discriminación en función del sexo. En el mercado laboral es mayor el desempleo femenino. Los puestos de trabajo ocupados por mujeres son, en general, menos valorados socialmente y menos retribuidos económicamente. De igual forma, las profesiones de mayor estatus social han sido las ejercidas tradicionalmente por los hombres. Los puestos directivos siguen siendo ocupados en su mayoría por hombres. Otro indicador de la desvalorización de la mujer, y sin duda el más alarmante, es la violencia en sus diversas formas, ejercida por hombres contra mujeres. De ahí la importancia de contrarrestar esta realidad desde la educación, comenzando en el hogar y desde edades muy tempranas del desarrollo. ¿Cómo llega la mujer a ocupar un lugar secundario dentro de la sociedad? El sometimiento de la mujer al poder del hombre tiene relación con la creencia de que el sexo femenino es débil, necesitado de protección y cuidados. ¿Realmente esto es así? ¿Es una condición biológica o una construcción social que nos condiciona y/o determina para ser de una forma y no de otra? El concepto de sexo se refiere simplemente a la diferencia biológica y fisiológica, que nos diferencian como personas con sexo masculino o femenino. El concepto de género se refiere al conjunto de expectativas que la sociedad le atribuye a una persona cuando nace, y son diferentes según sea mujer u hombre. Se trasmiten y aprenden mediante el proceso de socialización. El aprendizaje del género es propiciado desde el nacimiento. La familia establece una relación diferente de acuerdo al sexo del recién nacido/a. Si es niña, en general, se la viste de color rosa, se le regalan muñecas con las que aprende el rol de madre y las tareas cotidianas que se realizan en casa. Esto es fundamental en su desarrollo como persona, pero lo que resulta cuestionable es que se limite el aprendizaje sólo a los roles tradicionalmente femeninos, reduciendo sus posibilidades de crecimiento y desarrollo en otros ámbitos ocupados principalmente por hombres. En contraposición, al niño se lo viste de celeste, los juguetes que se le regalan son coches, armas, herramientas de construcción. Con estos aprende los roles ejercidos tradicionalmente por hombres en el mundo público. Las personas adultas trasmiten al niño mensajes acerca de lo que debe ser un hombre en esta sociedad; un mensaje frecuente es el que debe ser fuerte y no exteriorizar debilidades o sentimientos. Es frecuente escuchar frases como “los hombres no lloran\», \»a golpes se hacen los hombres”. Las actitudes violentas son más toleradas cuando provienen de niños que de niñas, e incluso justificadas como una forma “natural” de relación entre los varones. El uso de la fuerza física es aprendido como la forma de demostrar la valentía, e incluso la masculinidad. La habilidad de resolver conflictos a través de la comunicación verbal suele desvalorizarse ante el recurso de la violencia. De esta forma se limita o empobrece su aprendizaje emocional y el desarrollo de habilidades sociales que le permitan, más adelante, desempeñarse adecuadamente en el ámbito personal, familiar y social. La 1º gran tarea como madres y padres Educar tanto a niñas como a niños en igualdad de oportunidades y derechos ¿Cómo hacerlo? Algunas ideas: Regalar besos, abrazos y caricias sin diferencias por sexo!

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He vivido una GRAN Sorpresa! Sí es posible dar VUELTAS a las cosas!

Ayer mi marido y padre de mis hijas, me mostro una vez más que los sueños son posibles!!! Y que sí se puede DAR VUELTAS A LAS COSAS!!!! Ayer fue un gran día! Nuestra pequeña se graduó!!! Un final de etapa y un comienzo de otra. Se termina la educación infantil y se abre una puerta a otra etapa de su vida: la PRIMARIA. Que mezcla de emociones!!! Un junio intenso, lleno de cumpleaños, de despedidas…. el grupo no seguirá siendo el mismo… con algunos amiguitos/as seguirá unida con otros/as ya no. Es lo que toca, CRECER! Y si! Un día tan importante y papá no podía estar con nosotras. Ulan Bator queda un pelín lejos para hacerte la escapada por una horita y volver al trabajo! Después de pasar el amargo trago de “no podrás estar en este día tan especial”, fui acomodándome a  la idea, restando un poco de importancia a algo verdaderamente importante. Pero la noche anterior a la graduación mis emociones salieron: alegría, tristeza, angustia, alegría, soledad, nostalgia por la familia que no está cerca, fuerza, coraje, alegría, ilusión, amor….   Así comenzó este día: Era un día importante y por ello puse el despertador a las 7,10. Últimamente no pongo despertador porque la más peque es mi despertador,  pero esta vez quería empezar el día antes y con tiempo, tranquilas y disfrutando del gran momento de mi pequeña. Ella tranquila como siempre, la madre no ¡Que nervios! Antes de que sonara el despertador, me despierto exaltada por un ruido en la cocina ¡el microondas!!!  Se disparan mis pensamientos y de la exaltación pase al susto y a la rumiación:  ¿Me dormí? ¿Que pasa en la cocina? ¿De dónde sale ese ruido? ¿Quién ha entrado? ¿Me dejé la llave puesta en la puerta (otra vez)? Salí disparada de la cama. Y del susto pase a la sorpresa paralizante, y ahí me quede mirando. Y mi corazón dio un vuelco. Ahí estaba el papa de mi hija, con el desayuno para 4 preparado y listo sobre la mesa. Ahí estaba sonriendo de felicidad,  tras 24 horas de viaje para estar otras 25 horas en Madrid y regresar a su destino de trabajo, Mongolia… Claro que después de la sorpresa y la alegría vinieron a borbotones las preguntas ¿Por cuánto tiempo te quedas? ¿Quien ha pagado esto? ¿Cómo has arreglado con tu cliente? ¿No está en peligro el trabajo?… Estas loco!!!  ¿Valentía? ¡Admiración! o ¿ Locura total?   Y él me respondió: \»¿Para qué estamos aquí sino para estar en estos momentos únicos? Y volví  a conectar con lo que verdaderamente importa: ¿Para qué estamos aquí sino para hacer posible nuestros sueños? ¿Para qué estamos aquí sino para estar con quienes amamos en el momento justo? Ver esas dos caritas de mis niñas, sonrientes, dormidas y felices, al despertarlas papá ¡no tiene precio!     Ayer lo sentí, lo viví, lo vi, lo escuche. Hoy creo que ¡sí es posible dar vueltas las cosas! Cambiar el mundo por un mundo mejor. Cambiar nuestros hogares por hogares felices. Cambiar nuestras relaciones  por relaciones de amor!!! ¡Que hoy empiece a cambiar el mundo! Y ese cambio empieza por cada uno/a de nosotros/as ¡Hagámoslo juntos/as!       Dedico este post a mi marido y a mis hijas: Cuando recuerdo el día de ayer se me mojan los ojos. Lo disfrute, lo sentí, lo viví, me emocioné! ¡Que hermosa familia tengo, es mi tesoro! Ayer he vuelto a enamorarme! Hoy sigo un poco en las nubes. Gracias!

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Cuento sobre una anécdota de familia

Cuento: El Bizcochuelo anécdotas de familia Once y media de la noche. Si ustedes quieren podemos decir las 23 y 30, o a la manera septentrional, las 11.30 PM.Pero es la hora en que suelo volver a casa tras una jornada de trabajo. Y a esa hora la madre de mis hijos está esperando, paciente, con una exquisita y nutritiva cena.Ella también trabaja, no se crean. Lo que pasa es que retorna a la casa varias horas antes. La mesa es redonda. Está tallada en tintitaco, madera dura y resistente. Por eso aguanta los aceites, vinagres, mantecas, leches, salsas y que se yo cuantos líquidos, menjunjes o jaleas que se vuelcan sin misericordia, porque el cansancio nos hace perder seguridad en el pulso. O porque los chicos aún no han alcanzado el adecuado manejo de los delicados músculos de sus manos. Mientras como, relajado, acompañado por su silenciosa sonrisa maternal, nos distrae un pequeño ruido, un ruidito, que viene desde el dormitorio de los chicos.Suavemente, caminando de puntillas se acerca alguien muy pequeño, y le oímos susurrar, más que decir: –”Mami…papi…me parece que me olvidé…” Giré la cabeza, sin moverme de la silla y lo vi a Claudio, cinco años, pijamita de franela con flores anaranjadas, naturalmente descalzo sobre el piso de mosaicos, los ojitos abiertos con esfuerzo, que se le cerraban y volvía a abrirlos pestañando. –”Vamos a ver. ¿Qué te olvidaste hoy?”.–”No, si yo no quería olvidarme, pero la señorita dijo que los viernes se hacen los cumples de los chicos y mañana es viernes y es el cumple del Seba, y yo tenía que llevar una torta, y yo me olvidé y tengo sueño, pero quiero llevar la torta y el Seba es muy chiquito pero es mi amigo, y los otros van a llevar otras cosas y yo voy a ser el único que no lleve…” Unos lagrimones crecían en esos ojitos que se agrandaban para mirarme., y de pronto sentí que algo en el pecho se me apretaba cuando agregó: –”Papi, yo se que estás muy cansado y la mami también, ¿Qué voy a hacer?…”— “Hijo, ¿cómo no me dijiste antes?–, se quejó mas que dijo Hilda. Yo respiré hondo. Como te digo, porque sentí algo aquí, en el pecho, y algo que me cosquilleaba en los ojos, y algo que casi, casi, me hacía estornudar….Y entonces me acordé. –”Me parece que he visto a unas cuadras de aquí, por la Avenida Maipú, una panadería o confitería, que tenía unas tortas…”– Me levanté, de pronto, iluminado, y agregué: –”Espérenme un ratito”. Tomé mi piloto, algo viejo ya, que dejaba pasar un poco el agua por los hombros. Me puse el infaltable echarpe, ese que he perdido tantas veces, y partí hacia la calle, sin oír nada de lo que me decían madre ni hijo.Caminé unas cuantas cuadras y tuve suerte. El local aún estaba abierto y tenía un bizcochuelo en la vidriera. –”Será fresco este bizcochuelo?”–, pregunté.–”Si, señor. Lo trajeron esta mañana.”.–”Lo llevo”. Ni discutí el precio, pagué y volví corriendo a casa. Claudio me estaba esperando abrazado a su madre. Cuando me vio entrar con el paquete su carita se iluminó. –”¡¡Lo compraste, papá!!”.–”Bueno, ahora la mamá lo va a arreglar”. Y ciertamente, mi maravillosa esposa lo abrió transversalmente por el medio. Le puso duraznos “al natural”, cortaditos; le agregó dulce de leche. Cerró ambas mitades. Le echó por arriba azúcar impalpable y algo de crema. Y le puso cinco velitas para que el del cumpleaños las apagara. Claudio se fue a dormir con una sonrisa placentera que aún hoy me llena de alegría. Carlos Isaac Meirovich Médico Cirujano. Especialista en Farmacología Clínica. Profesor Universitario. Escritor. Córdoba, Argentina. Cuento el Bizcochuelo: De la obra “Nueva Literatura de Habla Hispana 2008”. Escritores seleccionados en la XX convocatoria Internacional de poesía y narrativa breve. Editorial Nuevo Ser. Gracias Carlos por esta linda historia de familia llena de ternura y gratitud.

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Carta de un hijo a su Padre!!!

Felicidades a todos los Papis!!!!!Es posible que hoy muchos se hayan despertado, con alguien menudo subiendo a la cama, con ojitos dormidos aún y la cara llena de ilusión entregando ese regalo especial hecho con sus manitas… hecho con un amor incondicional, con un amor autentico. Disfrutad de este día y de ese gran amor, exclusivo amor que solo saben dar nuestros hijos e hijas. Felicidades!!! Os dejo este cuento. Que os disfrutéis: Querido papá….Quiero contarte algo que se refiere a nosotros dos. Quiero compartir contigo algunas experiencias que viví a tu lado sin que tú lo supieras, experiencias que de alguna manera apreciaría trasmitirle a mi hijo, cuando sea yo quien lo tenga.…..Cuando pensabas que no te veía, te ví preocuparte por tus amigos sanos y por tus amigos enfermos, y así aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros.…..Cuando pensabas que no te veía, te sentí darme un beso por la noche y me sentí amado y seguro.…..Cuando pensabas que no te veía, te vi atender la casa y a todos los que vivimos en ella, y aprendí a cuidar lo que es dado.…..Cuando pensabas que no te veía, vi como cumplías con tus responsabilidades, aun cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable cuando crezca.…..Cuando pensabas que no te veía, vi tus lágrimas, y entonces aprendí que a veces las cosas duelen, y que está bien llorar.…..Cuando pensabas que no te veía, vi que te importaba y quise ser todo lo que puedo llegar a ser.…..Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber para ser una buena persona y también productiva cuando crezca.…..Cuando pensabas que no te veía, te vi y quise decir: ¡Gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía! Feliz día papito. (Anónimo) Es importante mostrar nuestro corazón sobre todo cuando nos estén VIENDO! Ser explicitos en nuestro amor nos facilitara el camino al corazón de nuestros hijos e hijas.   ¿Has compartido con tus hijos/as tus sueños más importantes, tus mayores alegrías o tus decepciones más fuertes? ¿Qué te hace pensar que ellos/as lo harán contigo? Augusto Cury

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