Coaching

Los valores que se heredan. Mensajes y palabras

Ayer me ocurrió algo curioso: salí a la calle y me crucé con un padre y su hijo. El niño debía rondar los seis años y, por lo que deduje, le acababa de contar a su padre que había solucionado algún problema diciéndoselo a la profesora. Lo que me dejó perpleja fue la respuesta de este padre, algo así como \»gallo cantor acaba en el asador\» pero mucho más madrileño y bastante más malsonante. A lo que añadió a continuación \»los problemas hay que resolvérselos solo\». Tengo que decir que me quedé pensando en varias cosas: ¿Qué tipo de educación está recibiendo un niño que no puede recurrir a los adultos de confianza cuando tiene problemas? ¿Qué impulsa a un padre a recriminar a su hijo por recurrir al adulto responsable de su grupo en el colegio? ¿Hasta qué punto esto de ser individuales y no necesitar a los demás puede hacer daño a nuestros hijxs? ¿Qué están recibiendo? ¿Deben aprender que están solxs en el mundo y que solamente pueden contar consigo mismxs o merece la pena que sean educados en el amor, en el respeto y, por qué no, en la seguridad de que ante los problemas van a ser apoyadxs y comprendidxs? Entiendo que este padre pretendía que su hijo comenzase a aprender que esta vida es dura y que solamente con nuestros recursos podemos salir adelante. Bien, es hasta cierto punto cierto. Pero también es cierto que lxs niñxs necesitan sentirse protegidxs y arropadxs, y que solamente quienes han sido criadxs así desarrollan una autoestima alta y una autoimagen positiva, recursos indispensables para enfrentarse a la tarea que es vivir de forma exitosa. No dudo de que este padre perseguía este objetivo, ¿pero con qué medios y a qué precio?Las palabras no son neutras en cuanto a sus connotaciones, y un mensaje como el que presencié ayer, lejos de alcanzar su objetivo, lo que puede promover en este niño es la sensación de que no vale lo suficiente porque no es capaz de arreglárselas solo, de que es un cobarde, o un inútil, o un \»llorica\» por necesitar ayuda de los demás. ¿Qué tipo de niñxs y de adolescentes pueden producir estos mensajes? ¿Cuántxs de ellxs están expuestxs a mensajes como este cada día? No es de extrañar que crezcan las tasas de lxs que se refugian en la evasión fácil (salidas, videojuegos, drogas, sexo a cambio de afecto) si no han recibido amor, apoyo, comprensión, aceptación y cariño desde el momento mismo de su nacimiento. ¿Y cuántxs de nosotrxs hemos recibido mensajes como éstos o similares? El primer paso para desarmar sus efectos es hacernos conscientes de que están ahí…

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El entusiasmo

¿Qué es? ¿Cómo se manifiesta? ¿Para qué nos sirve?  La forma mas habitual de escuchar hablar de él es cuando lo usamos, por ejemplo, para estimular al alumnado ha conseguir sus resultados, para estimular a nuestros hijos e hijas, a subordinados en el ámbito de trabajo e incluso a nosotros/as mismos/as. Lo generamos, lo promovemos, intentamos que no desaparezca, que sobreviva, nos esforzamos por reavivarlo. Pero a veces decae sin saber como evitarlo. El filósofo Hugo Landolfi (Bs.As. Argentina) ha reflexionado sobre el entusiasmo, y me permito recoger algunas de sus ideas en este post ya que me parecen estimulantes para la relfexión: …“¿Fueron logradas en base al entusiasmo las cosas importantes y permanentes que cada uno de nosotros hemos alcanzado en nuestra vida, o en cambio fueron más el producto de lo que hicimos “luego” de que el entusiasmo se apagara? Los que estamos en pareja o casados hace muchos años y tenemos una familia con niños: ¿El éxito de la misma se debió al entusiasmo o enamoramiento inicial, que duró ciertamente poco, o a lo que supimos hacer luego de que el enamoramiento inicial se desvaneciera? Los que somos empresarios, escribimos un libro, compusimos canciones, pintamos cuadros o realizamos cualquier proyecto de envergadura: ¿El logro del mismo se debió al entusiasmo inicial o al modo en que mantuvimos nuestro ritmo de trabajo, nuestro compromiso y nuestras convicciones luego de que el entusiasmo se desvaneciera? Si la mayoría de las cosas importantes y de más valor que una persona hizo en su vida se hicieron, no bajo el influjo del entusiasmo sino, más bien, bajo el influjo de las cualidades operativas que tenía la persona luego de que el entusiasmo se hubiera ido, es menester hacernos una pregunta: ¿Por qué le damos tanta importancia al entusiasmo?… …Con el entusiasmo se logran inspiraciones de corto alcance: un buen párrafo para quien escribe un libro, pero nunca el libro completo; un buen compás para quien compone música, pero nunca un disco completo; una tarde de pasión para una pareja enamorada, pero nunca una familia con hijos bien educada bajo valores humanos… …No es que el entusiasmo en la vida del hombre no sea importante. El problema radica en cuando confiamos al entusiasmo cosas que no pueden confiársele… Por otro lado, estratégicamente, lo que se logra con el entusiasmo es de tiro corto y escasísima duración. El entusiasmo se “nos muere” a cada rato. Parece algo que ni bien nace, se obsesiona por morir. ¿Cómo puede el hombre confiar en una herramienta tal para lograr grandes cosas? …\» Os dejo con estas ideas para reflexionar sobre como y para que utilizamos nuestro entusiasmo, pero sobre todo, qué expectativas depositamos en él, y qué expectativas en nosotros/as mismos/as. Al entusiasmo hay que sumarle: voluntad, decisión, objetivos, acción, un plan, una visión.

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El silencio

“No suenan trompetas cuando tomamos las decisiones importantes de nuestras vidas. Las decisiones que van conformando nuestro destino se gestan en el más absoluto silencio\»  AGNES DE MILLE. ¡Cuánta sabiduría hay en este pensamiento! ¿Me pregunto si realmente las personas recurrimos al silencio como aliado? O más bien, ¿nos da miedo verle la cara? Las decisiones más difíciles y delicadas de nuestra vida las tomamos o deberíamos tomarlas en dialogo con nosotros/as mismos/as, dedicándonos un momento y un espacio para la introspección, reflexión y escucha interna. También están aquellas personas que, por inseguridad, miedos o desconocimiento propio, piden opiniones que les condicionan y limitan. No es malo hacerlo, lo malo es tomar las decisiones trascendentes de nuestra vida de forma conjunta con otras personas a las que poco o nada afectará nuestra decisión. El ruido y las distracciones externas pueden confundirnos y hacernos elegir el camino equivocado. ¡Cuesta un poco hacernos responsables exclusivos de las decisiones que incumben a nuestra vida! Al fin y al cabo el silencio no es tan malo como a veces lo sentimos o experimentamos. El silencio forma parte de la vida, a veces asusta, a veces nos ayuda, otras veces puede ser la mejor compañía. Ojala aprendamos a otorgarle su lugar cuando sea necesaria su presencia.  

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