La opción de la tristeza

\"\"\»La tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la alegría y la sorpresa. Es la expresión del dolor afectivo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. La alegría es la emoción contraria\» (Wikipedia).

Sentir tristeza es una opción, y hay dos maneras de posicionarnos frente a una misma realidad:
– \»Como es posible estar triste, siendo tan hermoso todo lo que me rodea?\»
– \»Cómo es posible ser feliz, estando rodeado de tantos problemas, desdichas y maldad?\».

La decisión de ser o no feliz, de estar o no feliz, o por el contrario, de estar o no triste, de sentir o no tristeza, depende de nosotros/as mismos/as. Por suerte tenemos a nuestro alcance la posibilidad de elegir y decidir cómo queremos sentirnos.

Elegir suele ser difícil para algunas personas, más aún decidir!

No basta sólo con elegir, la elección implica una preferencia, pero es la decisión la que nos permite aplicarlo, llevarlo a la acción, ejecutar lo que hemos elegido. A veces pasamos mucho tiempo antes de decidir el Qué Hacer. Una manera de aplazar, de dejarnos estar sin cambiar.

Decidir no nos resulta nada fácil. ¿Por qué?

Porque nos obliga a asumir una responsabilidad sobre nuestros actos, a sabiendas de que si algo sale mal, no tendremos a quien echarle la culpa. Entonces ¿Para que hacerlo? Para obtener la recompensa que nos da la libertad. Libertad para sentir, pensar y hacer lo que realmente queremos.

Pero… Asumir la responsabilidad de nuestras decisiones, que implican acción, nos cuesta y mucho!! Por eso nos encontramos con personas infelices, haciendo lo que otros/as dicen. Eso sí, con la tranquilidad de poder reprochar, culpar y poner fuera todo lo que no soy capaz de asumir y cargar. Es el precio que pagamos.

¿Que precio pagas tu? ¿Qué te compensa más: asumir tus responsabilidades y ser feliz, o dejar que otras personas carguen con tus errores, fracasos, culpas, incluido los éxitos, teniendo una existencia ni muy-muy ni tan-tan?

Por no saber, poder o querer hacernos cargo de lo propio es que \»La tristeza y la infelicidad\» va cobrando cada vez más protagonismo en nuestra sociedad.

A veces la tristeza es apropiada a las circunstancias, otras veces se alimenta de pensamientos y actitudes negativas, que nos llevan a “aumentar” innecesariamente nuestro malestar. Nos damos cuerda con nuestros propios pensamientos, imágenes o recuerdos negativos, afectando paralelamente nuestra delicada autoestima.

Para ello es importante aprender a diferenciar entre el hecho objetivo (he perdido mi empleo) y nuestra vivencia emocional de la situación (en el caso negativo podrían sobrevenirse pensamientos tales como: soy un desastre, la peor persona, nadie me dará trabajo, no conseguiré salir adelante). Por consiguiente, no surgirá ninguna situación favorable ya que hemos bloqueado nuestra mente y corazón para dar rienda a la imaginación, creatividad y energía renovadora para afrontar nuevos desafíos y cambiar nuestras circunstancias actuales.

Es necesario y humano, permitirnos sentir la tristeza. Siempre y cuando la vivamos como un estado transitorio y no permanente.

Cuando nos sentimos tristes y atrapados en nuestra tristeza, lo mas importante es poder “darnos cuenta” de cómo nos sentimos, sin que intentemos buscar explicaciones, razones o justificaciones.
Debemos permitirnos darnos el tiempo para recuperarnos de algún episodio doloroso que, a veces, lo saltamos por alto para no sentir el dolor natural por una despedida, un cierre, un final. El caso es que, tarde o temprano, nos cobrará factura y tendremos que “parar” para dedicar el tiempo a llorar, hablar, sacar y elaborar ese duelo no resulto en su momento.

Comprender la necesidad de un cambio nos permitirá dar ese paso hacia delante. Y este proceso lleva tiempo, esfuerzo y dolor. En definitiva, el camino a seguir es uno sólo, aquel que elijamos y por el que nos decidamos a dar nuestros pasos. Mirar hacia atrás solo nos debe servir para recoger las enseñazas que nos han dejado nuestros aciertos y nuestros errores!

Como nos cuenta la canción de Joan Manuel Serrat

\»Caminante son tus huellas el camino y nada más;
caminante, no hay camino se hace camino al andar.
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino sino estelas en la mar…\»