Educar las emociones

En anteriores post hemos hablado o dado algunas pistas sobre como mejorar nuestra salud emocional. El caso es ¿Por que en determinadas circunstancias sentimos que carecemos de habilidades para afrontar situaciones que nos desestabilizan, que nos generan estrés, malestar confusión, bloqueo…?

Quizás porque en nuestra infancia no se ocuparon lo suficiente en educar nuestras emociones. Quizás nuestros progenitores y educadores/as no supieron como hacerlo, o lo hicieron lo mejor que pudieron…

Como bien saben la filosofía de artesana de la vida es la prevención, el anticiparnos a… El abordar las dificultades diarias antes que se conviertan en problemas de mayor complejidad. Por ello hoy he tenido ganas de hablaros sobre la salud emocional de nuestros hijos e hijas, concretamente como educar las emociones.

Para quienes ya somos mamás o papás, o para quienes planeen serlo, nuestro desafío es aprender cómo ayudar a nuestros pequeños/as a hacer frente a sus sentimientos y a expresarlos de una manera adecuada, es decir, que no cause daño a otros niños o niñas, ni a sí mismos, ni a objetos o propiedades.

Sí que es tarea difícil! y por eso en ocasiones lo relegamos o no nos ocupamos en el debido momento.

Lo primero, dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos e hijas, si no lo tenemos, es necesario generarlo, encontrarlo, porque es una de nuestras obligaciones. Además de crear un clima en donde combinemos: confianza, amor, límites, opciones, reglas, paciencia, estima…

Educar la confianza: La confianza tiene sus raíces en la infancia cuando los/las bebés sienten que pueden depender de las personas adultas, que éstas pueden ocuparse de sus cuidados y necesidades básicas de forma constante y razonablemente rápido. Esto permite desarrollar la confianza permitiendo al niño/a sentir seguridad, comodidad, valoración y que es importante para las demás personas de su entorno inmediato. Este sentimiento de confianza debe continuar durante el desarrollo del niño o niña. Para ello podemos contribuir:

  • Con una rutina ordenada y diaria. Con reglas claras y mantenidas. Con tareas acorde a la edad y capacidad. Esto les permite predecir lo que va a suceder o las respuestas que van a dar las personas adultas de referencia, generando seguridad y confianza. No menos importante, generar vínculos de confianza entre progenitores y otras personas encargadas del cuidado de nuestros niños y niñas.
  • Con opciones y límites. Mantener límites cuando sea necesario y permitir independencia cuando sea posible, con opciones limitadas. Cuando los/as niños/as no tienen oportunidades de escoger opciones, puede haber dos resultados posibles: luchas sin fin, luchas de poder, o por el contrario, una pérdida de confianza y autoestima. Pero no olvidemos que hay veces en que la única opción es un \»no\».\"\"

Educar su autoestima. Una forma simple es reconociendo sus logros, esfuerzos e iniciativas. Comunicándonos de forma no crítica, mostrándoles que entendemos cómo se sienten. A quienes son más mayorcitos/as animémosles a expresar lo que sienten de forma verbal y con expresiones gestuales coherentes.

No importa lo que hagamos, nunca será suficiente cuando de nuestros hijos/as se trata.

No importa cómo de bien lo hagamos, cuando nuestros hijos e hijas sean mujeres y hombres, igual tendrán algo que reprocharnos, es posible que no sepamos ni podamos cubrir todas sus expectativas, como muy posiblemente hemos hecho cada uno/a de nosotros/as con nuestros progenitores. Es ley de vida.