¡No suma! ¡No resta! ¡Se multiplica… El amor!!

\"\" 14 de mayo
Hoy escribo este post desde la clínica N.S. Del Rosario en Madrid. No puedo hacer mucho, me siento un poco cansada y dolorida pero eso no es lo que importa. Lo que importa es que en frente mío tengo a una belleza que ha nacido hace a penas dos días, es un proyectito de mujer -cariñosamente hablando-. Sencillamente es perfecta y preciosa, que mas puede salir del corazón de una mamá super orgullosa!

Su nacimiento estaba programado para el jueves 13 con cesárea porque ella decidió pasar 40 semanas sentadita. Pero no permitió que el mundo exterior decidiera por ella su momento, su salida de ese pequeño universo protegido y su entrada a este mundo que ya conocemos. Y así, fuera de todo pronóstico, un día antes de la fecha programada, juntas rompimos aguas a la madrugada.
Esta sensación de que ella lo decidió, que ella lo determinó, me inunda de alegría. Ojala hubiese sido todo mas natural pero no puedo ser así.
Me quedo con el regalo que mi pequeña hija me ha hecho: sorprenderme de la fuerza de la naturaleza, sorprenderme de lo maravilloso de la maternidad, de la vida, del sentimiento de ser madre por segunda vez.

En estas ultimas semanas me rondaban algunos pensamiento sobre si seré capaz de ser justa, equitativa en el amor y en los limites para mis dos hijas, sin caer en el error de establecer diferencias o comparaciones.

Hace tiempo en una conversación entre parejas amigas, la mayoría padres y madres de sus primeros hijos o hijas, comentamos la creencia (miedo por detrás) de no saber, de no poder… querer a otro hijo/a como el primero. En ese momento nuestros corazones de padres y madres coincidían que todo el amor del mundo lo ocupaba una sola personita: el/la primogénito/a de cada pareja allí presente. Pero en esa misma reunión alguien nos dijo: “no se suma, ni se resta, se multiplica”.

Hoy con mi beba durmiendo en frente de mi y mi otra chiquita bonita de 4 años al cuidado de su abuela y abuelo por estos días, confirmo que nuestros corazones estan preparados para multiplicarse de amor y expandirse, al punto de salpicar todos los rincones. Pero… no están exentos de sufrir un torbellino de emociones encontradas, al menos el mío.

No sabía a ciencia cierta cuales sentimientos me invadirían. He sentido cosas que no pensé que sentiría. Las he compartido con una amiga que recientemente ha sido madre por segunda vez. ¿Por que no me había comentado nada de estos sentimientos? ¿Acaso ella no los había sentido? Pues sí! Pero no hablamos de ello. ¿Sentimos culpa? Nos lo guardamos casi todo y van quedando en los recovecos de nuestra alma hasta que poco a poco se desvanecen para dar paso a la realidad y al verdadero sentir, sin miedos, sin culpas, sin contradicciones.

El más extraño y sorprendente de mis sentimientos fue, para mi sorpresa, el sentir que estaba siendo “infiel”, sí infiel, a mi primera hija, a mi pequeña bonita que vengo amando con todo mi ser desde los últimos 4 años como si mi corazón solo tuviera espacio para ella… y de repente hay otra chiquita con piel más suave.

Aún me faltan fuerzas. Lo que deseo hacer bien pronto es abrazar a las dos, levantar a las dos y tirarnos en la cama a llenarnos de besos y… ¡A saltar sobre el colchón quien pueda hacerlo!