Pilares para construir una pareja

Cuando una pareja se constituye, cada miembro trae consigo su propia mochila, su propio equipaje: intereses, amistades, hobbies, familia de origen, relaciones laborales, etc. Se entra en fase de enamoramiento y sólo se existe para el otro/a. Es cuando se empieza a creer -erróneamente- que es necesario fusionarlo e integrarlo todo y lo que no se pueda fusionar se queda fuera de las incumbencias de la pareja.

La exclusividad en la pareja

Es uno de los errores de muchas parejas, el volverse exclusivos uno del otro y excluyentes de todo lo demás existente fuera de la pareja. ¿Por qué pasa? Posiblemente por la creencia limitante de que, cuando el amor es verdadero, el otro u otra puede satisfacer todas y cada una de tus necesidades emocionales. De aquí que, pensamientos del tipo: \»si te vas con tus amigas es porque no me amas lo suficiente\» se conviertan en pensamientos sesgados o creencias peligrosamente erróneas y limitantes para establecer y mantener una sana relación de pareja.

Relaciones con estás características son sostenidas desde el poder que da el miedo, más que desde el poder que da el amor y la confianza. No perdamos de vista, al menos conceptualmente, que una sana pareja debe ser capaz de: necesitarse intensamente sin sentirse asfixiados; de comprometerse sin miedo a perder su libertad. ¡De aprender a volar juntos pero no atados!

Cómo construir una relación de pareja

Sabemos que la vida en pareja no es fácil. Pero, ¿qué aspectos básicos solemos pasar por alto cuando nos estamos conformando como pareja?

  1. Pasamos por alto que una pareja está formada por dos seres individuales, con sus necesidades, miedos, alegrías, tristezas, intereses, proyectos, sueños… y deben de ser atendidos y respetados por ambos integrantes de la pareja.
  2. Pasamos por alto buscar de manera consciente y responsable el equilibrio para que ninguna de las dos partes de la pareja se vea dañada, ni empequeñecida, sino enriquecida, potenciada, complementada (que no es lo mismo que completada).

Es fundamental que ambos sientan y experimenten que CRECEN y se EXPANDEN en la relación y con la relación.

Qué y cómo comunicar, la clave del crecimiento de la pareja

Un error habitual es creer que tu pareja sabrá lo que estás pensando; o en sentido inverso, creer que tú sabes lo que piensa o siente tu pareja. La lectura de mente o la interpretación nos llevará inevitablemente al desencuentro en la pareja. Entre ambos iremos construyendo una gran tela de araña que nos atrapará y cando nos demos cuenta estaremos \»pegados\» y perdidos en la discusión, desarmados y agotados de energía para poder salir de allí.

Para favorecer el \»encuentro\», que es lo deseado y buscado, la comunicación tiene que conformarse por mensajes: simples, breves, claros, directos y honesto. Hablar con honestidad requiere \»coraje\». Se trata de hablar con \»coraje\» de lo que me está pasando a mi, sin poner el foco en el otro.

La palabra \»coraje\» tiene relación con \»corazón\». Y hablar con el corazón requiere un trabajo individual e interior previo, de formulación de preguntas y búsqueda de respuestas. Se trata de encontrar la joya de la comunicación: la propia verdad interior. Esta verdad, mi verdad, va \»siempre\» precedida del prefijo YO, porque la verdad personal responde a:

  • Lo que me pasa – Lo que pienso – Lo que siento
  • Lo que deseo- Lo que espero de…
  • Lo que temo… y
  • Lo que hago con todo ello.

La verdad siempre es personal, es la verdad del corazón, habla de nuestra intimidad, de nuestro mundo emocional al desnudo. Enfoco en mí. Me ocupo de lo sí está en mis manos, de lo que sí depende de mí poder hacer y cambiar.

Recuerda: ¡tenemos derecho a expresar, a escuchar y a conocer lo que está pasando, lo que está aconteciendo, así y solo así, podremos sentirnos seguros y amados; y hacer que se sientan seguros y amados a nuestro lado.

Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él\».

George Bernard Shaw

Artículo publicado por Carina Sampó Franco en:

Revista Hacer Familia