Aquello que necesitas ¿te lo das o lo esperas?

Hay necesidades fisiológicas vitales como la necesidad de oxígeno, de beber y comer, de descanso, de abrigo… La no satisfacción en determinado grado de estas necesidades entraña la muerte del organismo en poco tiempo.

Sobre el plano psicológico sucede algo similar, también encontramos necesidades vitales fundamentales que condicionarán la vida de la persona si no son cubiertas debidamente. Georges Pierret nos habla de tres: el amor, la libertad y la seguridad.

Se sabe que la ausencia total de satisfacción de estas necesidades psicológicas fundamentales puede entrañar la muerte en bebes, y la enfermedad en personas adultas.

Ya, por 1945, el psicoanalista René Spitz, discípulo de Freud, observó que la tasa de mortalidad era mucho más elevada entre los neonatos que carecían de estímulos benignos, particularmente cuando en las maternidades eran aislados de sus madres y las enfermeras sustitutas trataban a los recién nacidos con total desdén, sin contacto físico ni gestos afectivos. En el curso del primer año de vida del niño, hasta un máximo tres meses, tras haber tenido el niño una relación normal con su madre. (Wikipedia)

Según Georges Pierret……

La Necesidad de AMOR

Es la necesidad vital de establecer una relación con otro ser, de dar y recibir la ternura, prueba tangible de la relación, la necesidad de  sentir el placer de la existencia de otro, de sentir el placer de existir para el otro. La falta de amor se revela a través de la tristeza. Y de otros, como: dolor, nostalgia, pena, melancolía…

¿Cómo solemos resistir a la satisfacción de esta necesidad?

El método más empleado para no reconocer que estamos necesitados/as de “amor” es: “me tragaré las  lágrimas y me frotaré los ojos para no llorar, me esconderé en mi habitación, iré al cine para distraerme, tomaré alcohol o un calmante (Soy Fuerte). Puedo incluso enfadarme o, más aún, ir a consolar a alguien, ofrecerle caricias y amor (Rol de ayudador, de salvador) mientras soy yo quien lo necesita. Puedo hacer lo que sea para no vivir mi tristeza”.

La Necesidad de SEGURIDAD

Al principio, es la necesidad de una presencia fuerte al lado mío, de una mano sólida con la que puedo contar, la certeza de que no me abandonará. Más  tarde, se convierte en la necesidad de comprender el mundo y comprenderse a sí mismo, de tener asido el mundo y dominar el porvenir a través de la inteligencia. La falta de seguridad se manifiesta fundamentalmente a través del miedo. Esta falta de seguridad también se traduce en angustia, pánico, ansiedad, inquietud, nerviosismo y otros síntomas…

¿Cómo solemos resistir a la satisfacción de esta necesidad?

La desensibilización es el método más empleado: “me entreno para no sentir el miedo y llego a decir que no tengo miedo. Para soltar de vez en cuando un poco de miedo acumulado, iré a ver una película de terror, de suspenso, asistiré a carreras de coches. Así podré vivir mi miedo, temblar sin tener conciencia de que es mío. En un grado mayor, buscaré situaciones arriesgadas que me hagan liberar ese miedo, por ejemplo, conduciendo peligrosamente, practicando puenting…”

La Necesidad de LIBERTAD

En el niño se traduce en la necesidad de moverse y removerse sin trabas. Más tarde es la necesidad fundamental de poder elegir y poder actuar según el propio criterio.

La falta de libertad conduce a un sentimiento de enfado, de rebelión, incluso  de cólera. Me siento encarcelado, aplastado, atado. Enrojezco, aprieto las mandíbulas, mis puños se cierran, siento toda mi fuerza en mí, puedo estallar.

¿Cómo solemos resistir a la satisfacción de esta necesidad?

Para evitar mi cólera puedo desensibilizarme. También, puedo tragármela o volverla contra mí. Puedo también exteriorizarla a través de una actividad deportiva o asistiendo a un partido de fútbol dónde pueda gritar y expresarme con mayor libertad valorando mi comportamiento como acorde al contexto.